Rubén, Darío

Rubén, Darío

Félix Rubén García Sarmiento, universalmente conocido como Rubén Darío, fue un destacado poeta, narrador, periodista y diplomático originario de Nicaragua. Es ampliamente considerado el máximo exponente del modernismo literario en lengua española.

Es posiblemente el autor que mayor impacto ha generado en la lírica hispánica del siglo XX, razón por la cual se lo ha consagrado con el título de «príncipe de las letras castellanas».

Nació el 18 de enero de 1867 en Metapa (hoy Ciudad Darío). Desde muy joven demostró una inclinación excepcional por la literatura. Entre sus primeras lecturas se encuentran títulos fundamentales como Don Quijote de la Mancha, obras de Moratín, Las mil y una noches, la Biblia, los Oficios de Cicerón, y Corina de Madame de Staël. Pronto comenzó a crear sus propios versos: se conserva un soneto fechado en 1879, y poco después, con apenas trece años, hizo su debut en la prensa con la elegía Una lágrima, publicada el 26 de julio de 1880 en el periódico El Termómetro, de la ciudad de Rivas. Colaboró además en El Ensayo, revista literaria de León, donde se ganó notoriedad como “el poeta niño”. En estos inicios, sus principales referentes fueron poetas españoles como José Zorrilla, Ramón de Campoamor, Gaspar Núñez de Arce y Ventura de la Vega.

Posteriormente, se sintió profundamente atraído por la obra de Victor Hugo, cuya huella marcaría su evolución literaria. También se manifestó en sus composiciones un claro pensamiento liberal, crítico del dominio de la Iglesia católica, como puede verse en su poema El jesuita (1881). En el plano ideológico, fue especialmente influenciado por el ensayista ecuatoriano Juan Montalvo, a quien admiró e intentó emular en sus primeros escritos de prensa. Por entonces, con solo 14 años, planeó la edición de un volumen titulado Poesías y artículos en prosa, que sin embargo permanecería inédito hasta el cincuentenario de su fallecimiento. Dotado de una memoria prodigiosa y una creatividad inusual, era frecuentemente invitado a recitar en veladas culturales y eventos públicos.

A fines de 1881, se trasladó a Managua por recomendación de figuras liberales que impulsaban su formación en Europa, respaldada con fondos públicos. Sin embargo, su tono anticlerical no fue bien recibido por el presidente del Congreso, Pedro Joaquín Chamorro y Alfaro, por lo que se decidió que estudiara en Granada, aunque Darío prefirió quedarse en Managua. Allí continuó colaborando con periódicos como El Ferrocarril y El Porvenir de Nicaragua. En agosto de 1882 partió desde el puerto de Corinto rumbo a El Salvador.

Residió un tiempo en ese país y en 1885 se estableció en Chile, donde escribió para diversos medios. De su etapa chilena emergen varias obras, siendo Azul (1888) la más destacada, considerada piedra angular del modernismo. En Buenos Aires, desde 1890, comenzó a consolidarse en el mundo de las letras y el periodismo. Allí trabó amistad con jóvenes escritores como Roberto J. Payró, Alberto Ghiraldo y Ricardo Jaimes Freyre, con quien fundó en 1894 la Revista de América. Junto a ellos frecuentó cafés y cervecerías en el ambiente bohemio porteño. Escribió regularmente para La Nación, uno de los principales diarios del país, y en 1896 dio a conocer dos libros fundamentales: Los raros y Prosas profanas y otros poemas.

En el decisivo año de 1898, enviado como corresponsal por La Nación, viajó a España para registrar las consecuencias del colapso colonial tras la pérdida de Cuba, plasmadas en textos como El triunfo de Calibán y El crepúsculo de España. En Madrid entabló relación con intelectuales como Juan Valera, Salvador Rueda, José Zorrilla y Marcelino Menéndez y Pelayo. Recitó versos en el salón de Emilia Pardo Bazán y compartió la bohemia madrileña con Manuel Machado, Emilio Carrere, Eduardo Marquina y Alejandro Sawa, quien además lo introdujo a los círculos parisinos y le presentó a Paul Verlaine en el Café d’Harcourt, en el Barrio Latino.

Durante los años siguientes, desempeñó funciones diplomáticas y literarias en distintos países. En Madrid publicó Cantos de vida y esperanza (1905) y El canto errante (1907). Su itinerario lo llevó por ciudades como México, La Habana, París y Barcelona, antes de recalar en Nueva York, donde su salud comenzó a deteriorarse gravemente. Decidió entonces retirarse a una finca en Nicaragua.

Rubén Darío falleció el 6 de febrero de 1916 en León, después de una penosa enfermedad provocada por una cirrosis atrófica derivada del consumo excesivo de alcohol, que también afectó profundamente su sistema nervioso. Su sepelio fue multitudinario: durante cinco días, miles de personas desfilaron ante su féretro para rendirle homenaje como uno de los más grandes poetas de habla hispana.

Entre sus principales se encuentran:

Abrojos, 1887
Rimas, 1887
Azul…., 1888
Canto épico a las glorias de Chile, 1887
Primeras notas, 1885
Prosas profanas y otros poemas, 1896
España contemporánea, 1901
Peregrinaciones, 1901
La caravana pasa. París: Hermanos Garnier, 1902
Tierras solares, 1904
Cantos de vida y esperanza. Los cisnes y otros poemas, 1905
Los raros, 1905
Opiniones, 1906
Oda a Mitre, 1906
El canto errante, 1907
El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical, 1909
Poema del otoño y otros poemas, 1910
Letras, 1911
Todo al vuelo, 1912
La vida de Rubén Darío escrita por él mismo, 1913
Canto a la Argentina y otros poemas, 1914
La isla de oro, 1915 (inconclusa)
Historia de mis libros, 1916
Obras completas, 1917-1919 (22 volúmenes)
Prosa dispersa, 1919
Lira póstuma, 1919
Obras completas, 1923-1929 (22 volúmenes)
Obras completas v. IV, 1924
Obras poéticas completas, 1932
Obras completas, 1950-1953 (5 volúmenes)
Poesías, 1952
Poesías completas, 1952
Obras completas, 1971 (2 volúmenes)
Poesía, 1977
Obras completas, 2003
Obras completas, 2007
Libros poéticos completos. Yo soy aquel que ayer no más decía, 2018

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