Fernández, Macedonio

ArtistaFernández, Macedonio

El 1 de junio de 1874 marcó el nacimiento de Macedonio Fernández en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Vio la luz como descendiente de Macedonio Fernández, un letrado con una marcada faceta como hacendado y militar, y de Rosa del Mazo Aguilar Ramos. En el año 1887, emprendió su camino educativo en el Colegio Nacional Central (actualmente conocido como Colegio Nacional de Buenos Aires).

Durante los años 1891 y 1892, Fernández compartió sus relatos en una diversidad de periódicos, junto con una serie de páginas de corte costumbrista que más adelante se agruparían en «Papeles antiguos», el primer tomo de su conjunto «Obras completas». En este período, también contribuyó con crónicas al periódico «El Progreso» y simultáneamente se dedicó al estudio del Derecho y las Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires, donde forjó una estrecha amistad con Jorge Guillermo Borges, quien posteriormente se convertiría en el padre de Jorge Luis Borges.

En 1897, la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires le concedió el título de doctor en jurisprudencia gracias a una tesis titulada «De las personas», la cual hasta el presente permanece inédita. Paralelamente, sus relatos encontraron cabida en las páginas de «La Montaña», el diario socialista dirigido por Leopoldo Lugones y José Ingenieros. Un año después, en 1898, selló su diploma de abogado y, en 1901, formalizó su unión matrimonial con Elena de Obieta, con quien compartió la llegada de cuatro hijos: Macedonio, Adolfo, Jorge y Elena Fernández.

En 1904, destaca al presentar algunos de sus poemas en la revista «Martín Fierro», revista que no debe ser confundida con la publicación vanguardista homónima que surgiría en los años 20, donde Macedonio también tendría un rol activo. Su obra siguió progresando y en 1907, emerge con un trabajo acerca de psicología, titulado «Ensayo de una nueva teoría de la psiquis». En este texto, enfrenta la perspectiva fisiológica y positivista de esta disciplina —la cual era defendida en Argentina por José Ingenieros en ese momento—, con una orientación más puramente psicológica y espiritual. En esta etapa, se vislumbra que Macedonio Fernández aspiraba a asegurarse un puesto en la esfera educativa, posiblemente en psicología o filosofía, en línea con su amigo Jorge Guillermo Borges, quien ejercía como profesor de psicología en el Instituto de Lenguas Vivas en aquel entonces. Uno de los testimonios escritos de la época pone en evidencia un intercambio epistolar entre Fernández y su admirado William James, un hecho que él reveló con notable orgullo.

El año 1910 lo encuentra obteniendo el cargo de Fiscal en el Juzgado Letrado de la ciudad de Posadas, ubicada en la provincia de Misiones, donde desempeñó esta función durante varios años.

En el año 1920, enfrenta la partida de su esposa. Esta triste ocasión lleva a que sus hijos queden bajo el cuidado de abuelos y tías. Deja atrás la profesión de abogado. Cuando Jorge Luis Borges regresa de su estancia en Europa en 1921, reencuentra a Macedonio, iniciando una amistad que se prolongará en el tiempo. Hacia la década de 1960, incluso en su condición de ceguera, Borges redacta un breve pero esclarecedor prólogo para una antología de las obras de Macedonio. En este preámbulo, Borges revela que ninguna otra persona lo impactó tanto como él. Reconoce en Macedonio a un individuo que, en lugar de ostentar su prodigiosa inteligencia, prefería encubrirla bajo una fachada de modesta indagación, eligiendo la consulta por sobre el dictamen autoritario. Su tono cotidiano denotaba perplejidad, y en su ser reverberaba una genuina devoción por Cervantes, considerándolo una suerte de divinidad. La erudición excesiva le era desagradable, ya que la interpretaba como una táctica para eludir el pensamiento personal. En consecuencia, su mente operaba en un continuo estado de actividad. Era apático a las críticas y las confirmaciones externas, atribuyendo a todos la inteligencia que poseía. Cultivaba un profundo respeto por todo lo autóctono argentino, y de manera destacada dominaba el arte de la soledad y la quietud. Lograba permanecer solo durante horas, inmerso en la reflexión, sin necesidad de escribir. Aunque también, tanto en la tranquilidad de su habitación como en la efervescencia de una cafetería, llenaba hojas de papel con una caligrafía minuciosa. Sin embargo, no asignaba gran valor a sus escritos. Se dejaban entrever dos miedos persistentes en su ser: el temor al dolor y el temor a la muerte. Borges especula que, como recurso para evadir este último, Macedonio propugnaba la inexistencia metafísica del yo. En el ámbito literario, su atención se enfocaba menos en la creación literaria y más en la indagación del pensamiento, demostrando más indiferencia hacia la publicación que hacia la literatura. Por ende, su esencia vocacional yacía en la contemplación y la búsqueda del desentrañamiento del enigma filosófico del universo.

En 1928, ve la luz «No toda es vigilia la de los ojos abiertos», un acontecimiento auspiciado por Raúl Scalabrini Ortiz y Leopoldo Marechal. En el año siguiente, publica «Papeles de Recienvenido». En este lapso, se esmera en generar expectativas acerca de la eventual llegada de su novela «Museo de la Novela de la Eterna». El año 1938, conduce a la publicación de «Novela de Eterna» y «La Niña del dolor», la figura dulce y enigmática de un amor no comprendido, preludio de «Museo de la Novela de la Eterna».

Tres años después, emerge en Chile «Una novela que comienza».

En el año 1944, ve la luz una edición renovada de «Papeles de Recienvenido». Luego, en 1947, Macedonio toma residencia en el hogar de su hijo Adolfo, donde permanecerá hasta su fallecimiento, el cual acontece el 10 de febrero de 1952. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta.

Entre sus principales obras se encuentran:

No toda es vigilia la de los ojos abiertos, 1928
Papeles de Recienvenido, 1929
Una novela que comienza, 1941
Poemas, 1953
Museo de la Novela de la Eterna, 1967
No toda es vigilia la de los ojos abiertos y otros escritos, 1967
Cuadernos de todo y nada, 1972
Teorías, 1974
Adriana Buenos Aires; última novela, 1975
Museo de la Novela de la Eterna; primera novela buena, 1975
Epistolario, 1976
Relatos, cuentos, poemas y misceláneas, 2014

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