Vanasco, Alberto

Vanasco, Alberto

Alberto Vanasco vino al mundo el 18 de enero de 1925 en la bulliciosa metrópoli de Buenos Aires, Argentina. Ocupando la posición de segundo hijo entre cuatro hermanos, su familia enfrentó las adversidades de la crisis del 30, un período que impactó de manera implacable su entorno. En medio de este desafío, su padre perdió su cargo como gerente en el Banco Municipal, obligándolos a mudarse a San Juan, a una extensa finca heredada de su abuelo materno.

En ese escenario rural, Alberto dio sus primeros pasos en la educación primaria. Fue en 1934 cuando su familia retornó a los alrededores de Buenos Aires, marcando el inicio de una serie de mudanzas entre el campo y la ciudad. Estos vaivenes, combinados con las dificultades económicas características de la época, dejaron una huella indeleble en la personalidad del artista, reflejándose más tarde en su obra.

Desde temprana edad, Vanasco entabló un contacto cercano con las obras literarias de autores ingleses, franceses, rusos y españoles. Este temprano encuentro con la literatura extranjera contribuyó a moldear su perspectiva artística y a sembrar las semillas de lo que sería su obra posterior.

Durante su periodo en el Colegio Nacional de Buenos Aires, despertó su fascinación por la literatura, marcando el inicio de su vocación como escritor. A los diecisiete años, respaldado por el apoyo financiero de una tía generosa, publicó su ópera prima, «Justo en la cruz del camino». Tras el fallecimiento de su padre en 1944, desempeñó diversas ocupaciones, transitando por la Corporación de Transportes, los Tribunales, y ejerciendo roles tan variados como profesor de matemáticas, traductor, remisero y periodista. Estas ocupaciones le otorgaron la libertad necesaria para entregarse a sus pasiones.

En 1949, contrajo matrimonio con Esther González, dando origen, pocos años después, al nacimiento de su primogénito, Alberto. Sin embargo, la separación llegó después de unos años. Posteriormente, emprendió un viaje a Nueva York, donde contribuyó en la Editorial Crown Publishers. En 1972, su rumbo lo llevó a Europa, estableciéndose finalmente en Barcelona. A su retorno, se sumergió de lleno en una vida sustentada exclusivamente por sus trabajos literarios y periodísticos, realizando traducciones y participando esporádicamente en la elaboración de guiones para cine o televisión.

El año 1981 marcó el comienzo de una etapa más estable y apacible. En este período, contrajo matrimonio con Alicia Sierra, quien sería su compañera hasta su último aliento. De esta unión nacieron dos hijas, Victoria y Luz. En sus últimos años, además de su labor como escritor, asumió la posición de Presidente de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), entidad que supervisa todas las bibliotecas populares de Argentina. Su partida se produjo en Buenos Aires en 1993, dejando tras de sí un legado literario perdurable.

Como creador multifacético, exploró diversos géneros literarios, entre ellos la poesía, la novela, el cuento, el ensayo, la ciencia ficción y el teatro. Durante su tiempo en el Colegio Nacional de Buenos Aires, forjó una entrañable amistad con Mario Trejo, junto a quien fundó en 1946 el HIGO Club, un movimiento de agitación cultural que promovía, ya en aquellos años, suerte de happenings. Estas exhibiciones de pintura y escultura, acompañadas de lecturas de poemas en pleno corazón de Buenos Aires entre 1946 y 1947, fueron pioneras en su época.

Inmediatamente estableció conexiones con los surrealistas y el grupo Poesía de Buenos Aires, integrado por figuras como Edgar Bayley, Raúl Gustavo Aguirre y Paco Urondo. Entre sus amistades destacaban personalidades como Francisco Madariaga, Miguel Brascó, Enrique Molina y Noe Jitrik.

Vanasco se destacó como un innovador en todos los géneros que abordó. Experimentó con el lenguaje, basando su trabajo en la explotación de la imagen y la interacción con la realidad. Su novela «Sin embargo Juan vivía» (1947) demostró su vanguardismo al anticipar los logros formales que más tarde se atribuirían al neobjetivismo francés. Además, antes que Michel Butor, utilizó la segunda persona y el tiempo verbal futuro, desafiando las convenciones formales establecidas. Este enfoque revolucionario marcó un hito en su carrera literaria.

La colaboración literaria con Mario Trejo llevó a la creación de la obra teatral «No hay piedad para Hamlet», la cual obtuvo el prestigioso reconocimiento del Premio Municipal de Buenos Aires y el Premio Nacional Florencio Sánchez en 1957. Vanasco, junto a Paco Urondo, asumió la dirección de la revista Zona y desempeñó un papel activo en las revistas Macedonio y Letra y Línea.

Explorando el género de la ciencia ficción, aún poco explorado en Argentina, Vanasco publicó, en colaboración con Eduardo Goligorsky, «Memorias del futuro», una obra que gozó de varias reediciones, y «Adiós al mañana». Su novela «Nueva York, Nueva York» (1967) desafía la linealidad temporal al ser narrada en sentido contrario al transcurso del tiempo.

En el ámbito poético, su obra refleja una intención innovadora y superadora de la tradición martinfierrista, influencia que surgió a partir de su amistad con Bayley y su conexión con los principios de la revista Arturo. Profundamente interesado en la filosofía, dedicó tiempo al estudio de la obra de Hegel, a quien consideró fuente de respuestas. En 1973, publicó «Vida y obra de Hegel», seguido de «Tres ensayos sobre una filosofía de nuestro tiempo» en 1992.

En reconocimiento a su destacada contribución al género de ciencia ficción, fue galardonado con el Premio Konex en 1984. Su novela «Al sur del Río Grande» mereció el Premio Municipal en 1987, y ese mismo año la Fundación Argentina para la Poesía le otorgó el Gran Premio de Honor. Estos reconocimientos consolidan su posición como una figura destacada en la rica escena literaria argentina.

Entre sus principales Obras se encuentran:

– Justo en la cruz del camino, 1943
– Sin embargo Juan vivía. 1947
– Para ellos la eternidad, 1957
– Los muchos que no viven, 1964
– Nueva York Nueva York, 1967
– Otros verán el mar, 1977
– Al Sur de Río Grande, 1987
– Memorias del futuro, 1966, en colaboración con Eduardo Goligorsky
– Adiós al mañana, 1967, en colaboración con Eduardo Goligorsky
– Memorias del futuro, 1976
– Nuevas memorias del futuro, 1977
– Los años infames, 1983
– 24 sonetos absolutos y dos intrascendentes, 1945, reeditado en 1971 con el título Sonetos
– Cuartetos y tercetos Definitivos, 1947
– Ella en general, 1954
– Canto rodado, 1962
– Vida y obra de Hegel, 1973
– Carta a mis hijas, 1991
– Tres ensayos sobre una filosofía de nuestro tiempo, 1992
– No hay piedad para Hamlet, 1957, escrito en colaboración con Mario Trejo.

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