Rulfo, Juan

Rulfo, Juan

Juan Rulfo, cuyo nombre completo era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, vio la luz el 16 de mayo de 1917 en Apulco, en el estado de Jalisco, México. Este prolífico escritor, guionista y hábil fotógrafo, formó parte de la influyente Generación del 52. Su legado literario lo consagra como uno de los autores hispanoamericanos más prominentes del siglo XX. Su renombre se sustenta en dos de sus tres obras narrativas: el libro de relatos conocido como «El Llano en llamas,» que vio la luz en 1953, y su icónica novela «Pedro Páramo,» publicada en 1955.

En sus escritos, Rulfo tejía una intrincada trama donde se entrelazaban la realidad y la fantasía, situando la acción en escenarios rurales que sucedían después de la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera. La personalidad de Rulfo era tan enigmática como sus propias historias. Era un individuo introvertido, tímido y misterioso. Su carácter se caracterizaba por la sobriedad, la introspección, el celo por su intimidad, la actitud crítica y la creatividad desbordante.

Las obras de Juan Rulfo dejaron una huella profunda en la literatura hispanoamericana y global. En ellas, plasmó las complejas interacciones entre las tradiciones cristianas e indígenas, abordando una amplia gama de temas, desde las difíciles condiciones socioeconómicas en pueblos desfavorecidos hasta la soledad, la guerra, la relación entre el ser humano y la naturaleza, la complejidad de la composición humana y la interacción entre el hombre y el entorno, revelando realidades concretas y ambientales. Sus personajes personifican y reflejan la autenticidad de sus entornos, así como los considerables desafíos socioculturales que enfrentan, tejiendo estas complejidades en un tejido de realismo mágico. La obra de Rulfo, especialmente «Pedro Páramo,» marcó un hito en la literatura mexicana, marcando el fin de la novela revolucionaria y allanando el camino para experimentaciones narrativas posteriores, como las llevadas a cabo por la generación de mediados del siglo XX en México y los escritores que formaron parte del influyente Boom Latinoamericano. En muchos aspectos, se le considera el progenitor del realismo mágico en la literatura.

En 1945, Juan Rulfo compartió su relato titulado «Nos han dado la tierra» en las páginas de las revistas «Pan» de Guadalajara y «América» de México.​ Ya asentado de manera definitiva en la Ciudad de México, en 1946 publicó su cuento «Macario» en las revistas «Pan» y «América,» y en 1947 dio a conocer su relato «Es que somos muy pobres» en esta última publicación.​ En 1948, salió a la luz «La Cuesta de las Comadres,» y en 1950, presentó «Talpa» y «El Llano en llamas.» En 1951, la revista «América» publicó su cuento «¡Diles que no me maten!»

Dos años después, en 1953, Juan Rulfo publicó su destacado libro de cuentos «El Llano en llamas» dentro de la colección «Letras Mexicanas» del Fondo de Cultura Económica. Este compendio incluía quince relatos, algunos de los cuales ya habían visto la luz en diversas revistas.​ Entre 1952 y 1954, Rulfo obtuvo una beca del Centro Mexicano de Escritores, donde durante su segundo año como becario, culminó la escritura y compartió fragmentos de su primera novela, «Pedro Páramo.»​ En realidad, el escritor había mencionado esta novela a su esposa Clara Angelina Aparicio Reyes entre febrero y marzo de 1947, manifestando su intención de publicarla y sugiriendo un posible título: «No he hecho sino leer un poquito y querer escribir algo que no se ha podido y que si lo llego a escribir se llamará ‘Una estrella junto a la luna.'»

En el lapso comprendido entre septiembre de 1953 y 1954, Rulfo entregó el manuscrito original de la novela al Fondo de Cultura Económica y comenzó a adelantar fragmentos de la misma en tres diferentes revistas de la Ciudad de México, a saber: «Las Letras Patrias,» «Universidad de México» y «Dintel.»​ En la primera revista, el título de la novela era «Una estrella junto a la luna,» en la segunda, «Los murmullos,» y en la tercera, los fragmentos mostrados llevaban el título de «Comala.»6​ Finalmente, en 1955, Juan Rulfo publicó «Pedro Páramo.»​ Esta obra supuso un hito en su carrera literaria, cosechando una avalancha de reseñas positivas, incluyendo las de las revistas «México en la Cultura» y «Universidad de México.» El escritor Carlos Blanco Aguinaga, en la Revista Mexicana de Literatura (fundada por los también escritores Carlos Fuentes y Emmanuel Carballo), publicó un texto que marcó el inicio de la discusión sobre «el estilo de Rulfo.»6​ Además, Carlos Fuentes escribió un breve ensayo sobre la novela en la revista francesa «L’Esprit des Lettres,» y la obra ganó el Premio Xavier Villaurrutia en el mismo año de su publicación.

La novela también gozó de una alta estima por parte de autores destacados como Jorge Luis Borges.

Entre los años 1956 y 1958, Juan Rulfo se embarcó en la creación de su segunda novela, titulada «El gallo de oro.»

Una faceta menos conocida de Rulfo fue su labor como historiador. En este ámbito, escribió un libro que se adentraba en la conquista y colonización de Nueva Galicia, hoy en día conocida como Jalisco. Este trabajo pasó desapercibido en gran medida, ya que fue distribuido de manera gratuita entre los clientes de una empresa privada con sede en Guadalajara. Rulfo defendía la idea de que conocer nuestro pasado es fundamental para contribuir al desarrollo de la tierra de la que provenimos.

Además de su destreza literaria, Juan Rulfo dejó un legado como fotógrafo, con más de 6,000 negativos en su colección. Su obra incluyó un libro con una selección de 100 de sus fotografías. La editorial RM, especializada en fotografía y arte contemporáneo, publicó varios libros que presentaban las imágenes capturadas por Rulfo, abarcando desde edificios y paisajes hasta pintorescos pueblos, así como retratos de artistas, escritores, amigos y familiares.

En 1956, el director de cine Emilio «el Indio» Fernández se acercó a Rulfo con la solicitud de colaborar en guiones cinematográficos. El escritor, en colaboración con Juan José Arreola, contribuyó a la creación de algunos de estos guiones.

Después de completar sus dos obras más célebres, Rulfo puso fin a su labor como autor de libros. En marzo de 1974, durante una charla con estudiantes en la Universidad Central de Venezuela, justificó esta decisión al mencionar la muerte de su tío Celerino, quien solía contarle historias sobre su vida. Tío Celerino fue una figura real en la vida de Rulfo, y juntos recorrieron numerosos pueblos mientras compartía sus relatos, los cuales el autor consideraba como puras fantasías.

En 1974, Juan Rulfo emprendió un viaje a Europa con motivo de su participación en el Congreso de Estudiantes de la Universidad de Varsovia. Durante esta visita, recibió una invitación para unirse a la comitiva presidencial que recorrió países como Alemania, Checoslovaquia, Austria y Francia.

El 9 de julio de 1976, Juan Rulfo fue honrado con la elección como miembro de la prestigiosa Academia Mexicana de la Lengua, y el 25 de septiembre de 1980, asumió su posición en la silla XXXV de la institución.

La tarde del 7 de enero de 1986, Juan Rulfo falleció a causa de un cáncer de pulmón. Su partida conmovió profundamente a la comunidad cultural de México y dejó un vacío irreparable en el mundo literario.

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