Gualtieri, Fernando
Fernando Gualtieri, un destacado impresor, editor y poeta anarquista argentino, de ascendencia italiana, dejó una profunda huella en el ámbito literario y social.
Su historia comienza en Savelli, una localidad en la Provincia de Crotona, Calabria, Italia, el 8 de noviembre de 1896. Nacido como el primogénito de Antonio Gualtieri y María Sacco, tuvo el privilegio de tener dos hermanos y tres hermanas a su lado. Durante su juventud, asistió a la escuela elemental en su encantador pueblo calabrés antes de emprender un viaje hacia Argentina a la temprana edad de 12 años. Fue en la bulliciosa Ciudad de Buenos Aires donde encontró un hogar temporal en la morada de su tío, Dante Sacco, un respetado propietario de una imprenta. Bajo la tutela de su tío, el joven Gualtieri aprendió el arte de la tipografía, y este encuentro con la imprenta lo sumergió de lleno en el fascinante mundo de los escritores anarquistas. No pasó mucho tiempo antes de que él mismo diera rienda suelta a su pluma y compusiera sus primeros versos rebeldes.
En 1918, el mundo se vio testigo del impactante «¡Ushuaia!», una mordaz diatriba en forma de verso que arremetía contra la prisión en el sur de Argentina, donde eran confinados los anarquistas detenidos. No satisfecho con ello, en abril del año siguiente, presentó al mundo su segundo opus poético, «Clarinadas» (1919), una oda a la Revolución Rusa y un homenaje a las víctimas de la trágica Semana Trágica que sacudió la Ciudad de Buenos Aires a principios de ese mismo año. Además de su destreza como poeta, Gualtieri también aportó su pluma y su valiosa perspectiva en las páginas de La Voz del Gremio (Mendoza, 1918-1920), la publicación oficial del Sindicato de mozos (camareros).
La figura de Fernando Gualtieri, con su compromiso incansable con la libertad y su brillante talento, continúa inspirando a las generaciones venideras.
En el período comprendido entre 1923 y 1924, Gualtieri emprendió una valiosa empresa editorial al dar vida a Biblioteca La Palestra. Tribuna libertaria, un quincenario dedicado a la literatura, la crítica y el arte. Este destacado espacio dio cabida a ensayos y obras de ficción de renombrados autores como Arturo Capdevila, José Portogalo, Almafuerte, Anatol Gorelik y Enrique Serantoni, entre otros. A través de esta publicación, Gualtieri se convirtió en un referente en la difusión de la literatura anarquista, y su pluma prolífica generó una gran cantidad de folletos literarios en verso y prosa. Entre sus creaciones se destacan «¡Yanquilandia! (Anatema)», una defensa enérgica de los anarquistas ítalo-estadounidenses Sacco y Vanzetti (1923), y «Santa Cruz (anatema)» (1923), obras que lamentablemente atrajeron la atención indeseada y condujeron a un allanamiento de su imprenta, seguido de su encarcelamiento en febrero de 1924. Además, su edición de «El héroe del Pueblo» (1925) fue incautada por las autoridades policiales.
Gualtieri compartía su labor poética con una variedad de órganos de prensa anarquista, quienes solían elogiar sus poemarios con entusiasmo. Sin embargo, el periódico Pampa Libre (General Pico, 1922-1930) tuvo una reacción inesperada ante su folleto «¡Yanquilandia!» al expresar: «Deje de lado los versos lacrimógenos, pues la Pampa necesita hombres de acción y mentes vigorosas». A pesar de las críticas, Gualtieri se mantuvo firme en su compromiso con la causa anarquista y continuó utilizando su pluma como instrumento de lucha y expresión.
Aunque Gualtieri tuvo algunos desacuerdos con Diego Abad de Santillán, mantuvo una postura neutral durante los enfrentamientos que surgieron en la década de 1920 y principios de la siguiente entre dos influyentes periódicos anarquistas, La Protesta (Buenos Aires, 1897-2015) y La Antorcha (Buenos Aires, 1921-1932).
Posteriormente, Gualtieri incursionó en la publicación de La Voz de los tiempos. Revista para el Pueblo (Buenos Aires, 1927), en una colaboración codirigida con Castro.
En 1929, consolidó su obra poética en el libro Versos de amor y de combate, el cual se encontraba disponible a solicitud en la administración de La Palestra, ubicada en Independencia 3537, Buenos Aires. En esta obra, dedicó poemas a destacadas personalidades del mundo ácrata como Francisco Ferrer, José Scalise y José Domínguez Gómez Rojas. Además, coescribió un soneto en colaboración con otro talentoso poeta ítalo-argentino, Gustavo Riccio.
A partir de la década de 1930, Gualtieri emprendió nuevas actividades: durante un lapso de 6 años, se desempeñó como editor del periódico La voce del Calabrese (Buenos Aires, 1931-1937), y también estuvo a cargo de un programa de radio llamado «La hora calabresa». Además, fue el fundador y director de la Sociedad Savallese y el Centro Calabrés. Como reconocimiento a su labor, el gobierno italiano le otorgó la distinción de la Cruz de Cavalieri de la República Italiana.
En la contratapa de su obra «Clarinadas», hizo mención a futuros proyectos literarios, como «La semana trágica (monólogo dramático en verso)», «El lirismo de mis musas (versos amorosos)», «Rebeldías máximas (versos rebeldes)» y «El libro del amor (escritos íntimos en prosa)».
El destacado historiador del anarquismo, Osvaldo Bayer, incluyó el poema titulado «Maldición de un maldito» en la grabación discográfica «Los anarquistas (1901-1906). Marchas y canciones de lucha de los obreros anarquistas argentinos» (1965). Dicha grabación contaba con la voz del reconocido actor Héctor Alterio recitando el poema.
Gualtieri falleció en Buenos Aires, Argentina, el 24 de junio de 1967.
Entre sus principales obras se encuentran:
¡Ushuaia! Anatema, 1918
Clarinadas, 1919
Latigazos. Versos, 1919
Herejías, 1921
¡Yanquilandia! (anatema), 1923
La Pluma, 1923
El héroe del Pueblo, 1925
Maldición de un maldito, 1926
Trovas al Pueblo, 1926
Versos de amor y de combate, 1929
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