Audivert, Pompeyo

Audivert, Pompeyo

El Visionario de la Estampa Argentina, reconocido como el pionero indiscutible del grabado en Argentina, se destacó igualmente como un ilustrador y pintor de renombre en la rica escena artística del país.

El artista vio la luz el 7 de octubre de 1900 en Estartit, una pintoresca aldea de pescadores en la región catalana de España. Sin embargo, su destino lo condujo a las costas argentinas en 1911, donde comenzaría a tejer su legado artístico. Pompeyo Audivert se inscribió en la misma generación de destacados grabadores argentinos, entre ellos el ilustre Víctor Rebuffo.

Desde una edad temprana, Audivert se sumergió en el mundo del grabado, adquiriendo un conocimiento preciso de todas las técnicas disponibles: desde el grabado a buril hasta el aguafuerte, pasando por la xilografía y el monotipo, entre otras. Su aprendizaje lo llevó a trabajar bajo la tutela de Joaquín Algueró, un hábil grabador catalán que influyó profundamente en su desarrollo artístico.

En colaboración con Manuel Colmeiro, Demetrio Urruchúa y José Planas Casas, Pompeyo Audivert formó parte de un grupo de trabajo que más tarde se convertiría en un taller de grabado comercial en Buenos Aires. Juntos, exploraron y expandieron los límites de su disciplina, experimentando con diversos medios e instrumentos, lo que enriqueció su lenguaje artístico de manera significativa.

Audivert, quien obtuvo la nacionalidad argentina en 1927, rápidamente capturó la atención de la escena artística de Buenos Aires. En 1929, Alfredo Guttero, un destacado promotor cultural, organizó su primera exposición en la prestigiosa asociación «Amigos del Arte».

Aunque formado en artes gráficas e ilustración, Pompeyo Audivert se autodenominó un grabador autodidacta, una etiqueta que se ganó con su habilidad y dedicación incansable a su oficio. Su trabajo como ilustrador alcanzó su punto culminante con su contribución al famoso «Molino Rojo» en 1926.

Durante su prolífica carrera, Audivert dotó a su enfoque en el grabado de un carácter experimental único, explorando incansablemente diferentes técnicas y enfoques creativos.

Los premios y reconocimientos que acumuló durante su carrera son un testimonio de su habilidad excepcional. Entre sus logros se destacan el Premio del Salón Nacional en 1929 y 1941, así como el Primer Premio en el Salón de Santa Fe en 1932 y en el Salón de Acuarelistas y Grabadores de Buenos Aires. Estos galardones no solo honraron su talento innegable, sino que también consolidaron su lugar en la historia del arte argentino como una figura insigne del grabado y la ilustración.

Pompeyo Audivert, un visionario del grabado y un maestro en la creación artística, sigue siendo una fuente de inspiración para las generaciones futuras de artistas y amantes del arte en Argentina y más allá. Su trascendente contribución al mundo de la estampa perdurará a través de su obra atemporal y su influencia continua en la escena artística argentina.

Un Viaje Transformador por los Continentes y la Espiritualidad en Tinta y Madera

La vida y obra de Pompeyo Audivert se enriquecieron con un capítulo fascinante de exploración y expresión artística a través de un periplo que lo llevó a Chile, Perú, Colombia, México y Europa. Estos viajes, que abarcaron desde 1944 hasta 1950, dejaron una huella indeleble en su trayectoria artística y lo conectaron con diversas influencias culturales y estilísticas.

La estancia en México, que abarcó desde 1944 hasta 1947, marcó un período significativo en la vida de Pompeyo. Durante su tiempo en este país, tuvo la oportunidad de sumergirse en la rica tradición artística mexicana, absorbiendo la energía y la creatividad que emana de su cultura.

El viaje por Europa entre 1948 y 1950 fue otro hito fundamental en su carrera. Durante este período, Pompeyo Audivert expuso sus obras en Francia y Bélgica, obteniendo el reconocimiento de críticos y coleccionistas. El Seminaire des Arts de Bruselas adquirió la serie completa de su «Via Crucis» para su colección, un logro que subraya la calidad y la importancia de su obra.

La serie «Via Crucis» representa un hito significativo en la evolución artística de Audivert. Aunque estas obras son figurativas y representan los pasos de la Pasión de Cristo en su camino hacia el Calvario, Audivert logra infundir vida y profundidad a las figuras a través de una técnica magistral. Las figuras emergen del fondo negro del papel entintado, construidas meticulosamente mediante líneas paralelas que parecen ser hendiduras de luz. Estos trazos sobre la madera dan forma a la corporalidad y los volúmenes, pero sin ocultar la naturaleza bidimensional del soporte.

Un aspecto distintivo de esta serie es la forma en que Pompeyo Audivert juega con las líneas de grosor diverso, que desempeñan un papel protagónico pero nunca encierran las figuras. En cambio, las figuras quedan abiertas al espacio, lo que evoca la sensación de movimiento y trascendencia. Este enfoque difiere de la tendencia cubista de contornear las figuras y se asemeja más a la idea de dejarlas libres en el espacio.

Además, las figuras se inscriben en estructuras geométricas que revelan una inspiración que podría provenir tanto del estilo románico de su tierra natal como del contemporáneo art-decó. Esta característica, sin duda, fue apreciada por Alfredo Guttero, quien lo convocó por primera vez a exponer su producción en 1929.

El legado de Pompeyo trasciende fronteras geográficas y estilísticas, y su exploración artística enriqueció la escena del arte internacional. Su «Via Crucis» sigue siendo una expresión poderosa de su conexión con la espiritualidad y su capacidad para transmitir profundas emociones a través del lenguaje del arte.

La Evolución Artística de Pompeyo Audivert: Surrealismo y Expresionismo en la Síntesis del Sufrimiento

La búsqueda artística de Pompeyo Audivert evolucionó con el tiempo, llevándolo a explorar nuevas corrientes y estilos que enriquecieron su obra. En una etapa posterior, su obra se inclinó hacia el surrealismo, una corriente que le permitió adentrarse en el mundo del subconsciente y la imaginación desbordante. Este giro artístico demostró su versatilidad y su capacidad para adaptarse a diferentes movimientos estéticos.

Un rasgo distintivo en las obras de Audivert es el dramatismo expresionista que impregna los rostros, los miembros, las manos y los cuerpos en sus creaciones. Los miembros largos en relación con los cuerpos y las manos de notable tamaño evocan un sentido de exageración que recuerda a ciertos aspectos de la pintura románica. Este dramatismo es una manifestación de la profundidad emocional que Audivert logra transmitir a través de su arte.

Uno de los aspectos más notables de la serie «Vía Crucis» de Audivert es su habilidad para expresar el sufrimiento humano con un mínimo de recursos. Esta síntesis extrema de la agonía encarnada es un testimonio de su maestría artística, que resuena con una modernidad que sigue siendo relevante en la contemporaneidad. Audivert desafía las convenciones artísticas tradicionales al lograr una expresividad poderosa a través de la simplicidad y la economía de medios.

Además de su icónica serie «Vía Crucis», Audivert exploró otras series trascendentales en su carrera. «Los Pájaros» (1962), realizada en linóleo a todo color, y «Los Reyes» (1959), grabados en buril sobre celuloide, son ejemplos destacados de su habilidad para experimentar con diferentes técnicas y materiales, y para explorar temas variados en su obra.

El reconocimiento a la maestría de Audivert llegó en 1967 cuando fue galardonado con el Gran Premio «Facio Hébecquer» otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes, un testimonio de su impacto en la comunidad artística argentina.

A lo largo de su extensa y prolífica carrera como grabador, Pompeyo Audivert dominó una amplia gama de técnicas y materiales, incluyendo xilografía, buril, talla dulce, estampa en colores, aguafuerte, mediatinta y monocopia. Experimentó con diversos soportes, desde madera hasta cinc, cobre, gelatina, celuloide, plancha Mähesser, linoleum y antimonio. Esta versatilidad le permitió explorar su creatividad sin restricciones y dejar una marca duradera en el mundo del arte.

Audivert también contribuyó activamente en medios gráficos de orientación anarquista o de izquierda, colaborando en publicaciones como la «Revista de Oriente,» «Unidad. Por la defensa de la cultura,» «Nervio,» y «Poesía,» una revista internacional de poesía.

El legado de Pompeyo Audivert continúa resonando en la escena artística, y su influencia perdura a través de su obra atemporal. Su fallecimiento el 14 de enero de 1977 en Buenos Aires marcó el final de una vida dedicada al arte, dejando tras de sí un legado que sigue inspirando y conmoviendo a quienes se sumergen en su mundo de expresión y emoción artística.

Premios:
Salón Nacional de Artes Plásticas, premio estímulo. 1929
Salón Nacional, premio al mejor grabado. 1934
Salón Provincial de Santa Fe, primer premio. 1934
Salón Nacional, premio al mejor grabado. 1942
Salón de Acuarelistas y Grabadores de Buenos Aires, premio al grabado. 1942
Salón de Grabadores de Buenos Aires, premio al grabado. 1942
Salón de la Ciudad de Buenos Aires. 1942
Exposición Internacional de Bruselas, medalla de bronce. 1959
Asociación de Críticos de Arte de Buenos Aires, premio a la mejor exposición del año.​ 1962
Academia Nacional de Bellas Artes, Gran Premio «Guillermo Facio Hebequer» 1967

Entre sus principales obras se encuentran:

Ilustración del primer libro del poeta Jacobo Fijman, Molino rojo.,1926
Ciudad, xilografía de 50 x 30 cm. Colección Museo Nacional de Bellas Artes, 1929
Interior, xilografía, 1929
Vía crucis, linografía de 40 x 30 cm. Colección Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, 1929​
Trasplante. Colección Museo del Dibujo y la Ilustración, 1936​
L’arbre sagrat, zincografía, 1938
Carpeta Diez grabados, Buenos Aires, 1942
Gravat Catala, al Boix, 1946
Técnica del grabado a buril, 1947
Libertad, xilografía de 30 x 20 cm, 1959
Carpeta Seis grabados sobre un mismo tema, 1962
Folleto Ubicación surrealista, texto y grabados, 1967
Carpeta Vía crucis con trece xilografías y texto de Eduardo González Lanuza, 1976

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