Soto y Calvo, Francisco

Soto y Calvo, Francisco

Francisco Soto y Calvo Fue un destacado escritor y poeta argentino (1860-1936) cuya obra ha sido reconocida por su singularidad. A pesar de ser terrateniente, su pasión por la literatura y su convicción de que su legado sería valorado después de su partida lo impulsaron a dejar un invaluable archivo de documentos e investigaciones.

En su propiedad, ubicada en la Provincia de Buenos Aires, conocida como El Paraíso F.C.C.A., Soto y Calvo llevó adelante una vida llena de intereses intelectuales. Con la certeza de que su legado sería apreciado, se comunicó con ambas Cámaras del Congreso y con el Presidente Agustín P. Justo, ofreciendo donar su archivo. Aunque recibió respuestas de compromiso, no logró concretar la creación de una Fundación que administrara su legado.

Tras su fallecimiento, sus familiares decidieron donar su archivo a la Biblioteca Nacional, donde permaneció almacenado y sin abrir durante décadas. Finalmente, años más tarde, se solicitó autorización para investigar el contenido, dando inicio a un proceso de catalogación que permitió revelar y preservar el rico legado intelectual de Francisco Soto y Calvo.

Lamentablemente, la crítica literaria ha prestado escasa atención a Francisco Soto y Calvo después de su fallecimiento en 1936. Apenas hay menciones a su figura, exceptuando algunos trabajos como el de Domingo Bonocore, quien lo incluyó en una obra sobre bibliófilos en 1978, y un artículo más reciente de Luis Sáinz de Medrano, titulado «Para el redescubrimiento de Francisco Soto y Calvo», que se centra en aspectos filológicos más que literarios. De hecho, el poema gauchesco tardío de Soto y Calvo, titulado «Nastasio», provocó un interesante debate sobre la dispersión del castellano en diversas lenguas romances, similar al latín.

A pesar de las descripciones irónicas que Borges le dedicó como un estanciero, traductor y poeta cuya verdadera pasión no era la poesía, Francisco Soto y Calvo gozó de recursos suficientes para vivir largos períodos en Europa. Entre su producción personal, se destaca «Cuentos de mi padre», publicado en Buenos Aires en 1987. Sin embargo, gran parte de su obra posterior, que abarca el cambio de siglo, fue editada en París y, muy probablemente, a su propio costo. Entre estas obras se encuentran «Poesías 1880-1894», «Aires de Montaña», «Nostalgia», «El jurado de las sombras», entre otras. Aunque su legado literario ha sido poco explorado, es innegable que Soto y Calvo fue un autor con una rica producción que merece ser redescubierto y valorado por la posteridad.

La correspondencia de Francisco Soto y Calvo durante este período revela su periplo por Europa y su prolongada estancia en París, como lo confirma una carta enviada a su administrador en Buenos Aires, Horacio Guerrico, en 1902. En esta carta, anuncia el envío de libros y otros enseres, pero decide conservar algunos muebles esenciales para evitar hospedarse en un hotel y permanecer en su casa hasta el último momento.

Sin embargo, a pesar de esta época de bonanza económica, parece que la situación financiera de Francisco no fue constante a lo largo de su vida. En 1915, recibe una carta de intimación por el incumplimiento de los pagos de una hipoteca sobre su residencia en Santa Fe 1954, lo que indica dificultades económicas. Aunque se mudó a la estancia de El Paraíso para vivir permanentemente allí, los problemas financieros persistieron. La correspondencia con su cuñado y abogado, Carlos Obligado, entre 1924 y 1925, revela graves diferencias en el manejo del patrimonio de los Soto y Calvo.

Además, se sabe que enfrentó dificultades para financiar la edición de sus libros, algo que había logrado hacer sin problemas en la primera etapa de su vida. Estos aspectos de la vida de Soto y Calvo, revelados a través de su correspondencia, nos ofrecen una visión más completa y compleja del escritor y poeta argentino, un hombre que experimentó tanto momentos de bonanza como dificultades económicas a lo largo de su vida.

Más allá de las circunstancias económicas que afectaron a Francisco Soto y Calvo y le impidieron regresar a Europa, su vida estuvo rodeada por una familia relevante en el ámbito cultural y literario de Buenos Aires. Estaba casado con María, hermana de Rafael Obligado, una pintora discreta pero talentosa. También contaba con una hermana, Edelina Soto y Calvo (1844-1932), una de las primeras escritoras argentinas que publicó su obra «Después del triunfo» a los sesenta y tres años.

La familia Soto y Calvo-Obligado estaba inmersa en el ambiente socio-cultural de Buenos Aires, tal como lo registra Rubén Darío en su Autobiografía. Podríamos considerarlos como una familia prototípica descrita por Marcel Duchamp en una carta a Florine Stettheimer desde Buenos Aires. En esa carta, Duchamp menciona que los pintores locales son jóvenes educados que viven con sus familias y utilizan sótanos o patios cubiertos como talleres. La muestra de María en la Galería Witcom en septiembre de 1918 coincide con el período en que Duchamp vivió en Argentina. En el catálogo de esa exposición se aprecia la buena técnica de María, aunque ella se mantuvo fiel al estilo tradicional y no se dejó influenciar por el impresionismo, a pesar de su estancia en Europa.

Así, la vida de Francisco Soto y Calvo estuvo rodeada de un círculo familiar de artistas y escritores, quienes influyeron en su desarrollo y aportaron al ambiente cultural de la época.

El matrimonio de Francisco y María se destacó por su colección de obras de arte, que incluía unas sesenta piezas con firmas notables como Zurbarán, Murillo y Corot, así como unas cien obras producidas por María. Lamentablemente, tras la muerte de ambos, estas piezas se dispersaron y se perdieron.

Además de su pasión por el arte, también se dedicó a una intensa labor como traductor, contando con la participación de algunos miembros de su familia, como su mujer y su hermana. Fruto de esta labor, se publicaron obras como «Joyero de Poe» y numerosas recopilaciones de poetas líricos de diversas procedencias, como latinos, alemanes, italianos, catalanes, mallorquines, brasileños y gallegos. Aunque algunos de estos libros estaban listos para ser impresos, es posible que Francisco enfrentara dificultades para encontrar editores para muchos de ellos.

En un momento de dificultades económicas, el 16 de diciembre de 1923, Francisco envió una inusual carta a Joaquín V. González, donde le presentó una lista de traducciones poéticas que tenía en carpeta y le propuso que financiara la edición de esos libros a cambio de compartir los derechos sobre ellos. Esta carta refleja la estrecha amistad que los unía y la búsqueda de apoyo en tiempos difíciles.

La labor como traductor ha sido objeto de críticas implacables, llegándose a afirmar que no dominaba los idiomas que interpretaba y que recurría a traducciones literales con la ayuda de un diccionario, lo que habría dado resultados cómicos. Incluso, algunos comentarios mordaces insinuaron que sus traducciones eran desopilantes.

Ante las posibles críticas a sus traducciones, Francisco intentó explicar su enfoque al Director del diario La Prensa. Según él, su objetivo era traducir sin glosar ni interpretar, lo que implicaba una traducción palabra por palabra sin modificar el orden original del texto en otro idioma.

Al analizar superficialmente su Archivo de traducciones, se puede inferir que muchos poemas en lenguas poco frecuentes fueron traducidos a partir de un tercer idioma, como el francés o el inglés. Esta situación, sin duda, aumentaba la probabilidad de errores y deficiencias. Además, en el caso de idiomas cercanos al castellano, como el italiano, el portugués o el gallego, las traducciones se realizaban por aproximación, lo que abría un amplio espectro de imprecisiones debido a las similitudes y diferencias en las construcciones idiomáticas.

Además de su trabajo como traductor, también incursionó en el ensayo político y de arte. En 1910, publicó un ensayo sobre Saenz Peña, tanto en París como en Buenos Aires. Del mismo modo, escribió sobre arte, como en su obra «El arte francés en Buenos Aires», publicada en París en 1909. Sin embargo, la mayoría de sus obras publicadas, casi siempre de su autoría, consistieron en colecciones de poesías. En este género, es necesario coincidir con la evaluación de Borges, quien en ocasiones empleó su sarcasmo al referirse a ellas.

La gauchesca es un género autóctono del Río de la Plata que tiene como objetivo reafirmar la identidad nacional. Comenzó a tomar forma después de la independencia y alcanzó su punto más alto entre 1879 y 1882, coincidiendo con la generación del 80. En este tipo de poesía, se recrea el lenguaje de los gauchos rústicos a través de la escritura de hombres cultos de la ciudad, quienes intentan reflejar la manera en que creen que hablan los gauchos, o mejor dicho, cómo el lector imagina que se expresa este grupo social.

El prototipo del gaucho cumplió un papel importante al marcar diferencias con España, ya que el indigenismo adoptado en otras regiones de Sudamérica no era adecuado para un país que no podía atribuir la persecución de los pobladores originarios a la antigua potencia colonial. Sin embargo, con la llegada masiva de inmigrantes alrededor del cambio de siglo, las clases dirigentes argentinas se acercaron culturalmente a España, y el gaucho dejó de ser relevante como símbolo distintivo.

Por esta razón, cuando escribió y publicó su poema «Nastasio» en 1899 en Argentina, este género poético ya había perdido relevancia y se consideraba anacrónico. Sin embargo, su publicación en París, con un prólogo del colombiano R. J. Cuervo, dio lugar a la interpretación errónea de que el lenguaje utilizado en el poema era un reflejo auténtico del habla en Argentina, lo que llevó a la idea de que existían grandes diferencias lingüísticas entre los países hispanohablantes, similar a lo que había ocurrido en su momento con el latín y las lenguas romances.

Otro malentendido que podría surgir de «Nastasio» es la suposición de que la relación estética de Soto y Calvo con la gauchesca, y su posición como propietario de tierras, lo habría llevado a oponerse a la vanguardia y a producir una serie de volúmenes satíricos para mostrar su descontento con las antologías que representaban la generación de renovadores. Sin embargo, su artículo «De la falta de carácter de nuestra literatura», publicado solo tres años después de «Nastasio», debería disipar cualquier duda sobre la posición del autor respecto a la gauchesca.

Califica al género de la gauchesca como representativo de un ciclo histórico estricto de la literatura argentina, mientras que el cocolichismo es visto como la literatura arrabalera bonaerense de un ciclo histórico en curso. Aunque reconoce ambas expresiones como legítimas, invita a los escritores y poetas a acercarse a ellas para lograr una auténtica y completa comprensión de la literatura nacional.

Sin embargo, esto no significa que descarte las formas más sofisticadas de la poética. Sostiene que también debemos ser capaces de ver y comprender lo que sucede en nuestro entorno, y que no solo debe considerarse genuina la producción literaria argentina escrita en el lenguaje cotidiano de las clases populares.

Estas ideas se reflejan en su análisis de las antologías literarias a las que se dedica a parodiar. Por ejemplo, critica la Antología de la Poesía Argentina Moderna de Julio Noé, publicada en 1926, que da mayor prominencia a figuras como Lugones y solo dedica una cuarta parte del libro al grupo generacional de la vanguardia, donde mezcla a autores pertenecientes a ella con los que continúan la línea del modernismo. Soto y Calvo resalta que la mayoría de los poetas seleccionados en esta antología tienen una edad cercana o posterior a la suya, y solo un pequeño grupo de ellos puede considerarse más jóvenes y vinculados a la nueva sensibilidad literaria.

En 1926, publica «Los poetas Maullantinos en el Arca de Noé», una obra que muestra su capacidad de reacción inmediata y una sorprendente rapidez en la creación de los poemas incluidos. Este libro no es un ataque directo a la vanguardia literaria, sino más bien una crítica hacia el propio Julio Noé por haberlo omitido de su antología. De forma transversal, también realiza burlas y críticas hacia los poetas seleccionados por Noé, dedicándoles un poema satírico a cada uno en el mismo orden en que aparecen en el índice.

La publicación de «Los poetas Maullantinos en el Arca de Noé» provocó reacciones inmediatas, y se distribuyó un volante de disculpa pública y publicidad el 29 de julio de 1926.

Posteriormente, en 1926 y 1927, salen a la luz dos antologías que sí definen claramente la vanguardia literaria, tanto en el ámbito americano como en el argentino: «Índice de la nueva poesía americana» recopilada por Alberto Hidalgo, un peruano, y «Exposición de la actual poesía argentina» de Juan Pedro Vignale y César Tiempo.

A pesar de que estas nuevas antologías incluyen a generaciones de poetas mucho más jóvenes que Soto y Calvo, él responde a su manera con dos libros: «Índice y fe de (er)ratas de la nueva poesía americana» y «Exposición de zanahorias de la Actual Poesía Argentina» ambos publicados en 1929. Encontrar un editor para estos libros no fue fácil, y Soto y Calvo tuvo que realizar varios intentos, incluso ofreciendo intercambios para conseguir su publicación.

Estos eventos y la forma en que Soto y Calvo respondió a las antologías muestran su postura crítica y satírica hacia el panorama literario de su época, así como su deseo de afirmar su posición y estética literaria en medio de un contexto cambiante y competitivo.

El recurso que utiliza para sus contra-antologías, como la anterior y la siguiente, curiosamente establece un nexo entre la gauchesca y la vanguardia literaria: la parodia. Desde los tiempos de Hilario Ascasubi y su obra «Aniceto el Gallo» hasta «Fausto» de Estanislao del Campo, en la que el protagonista se autodenomina Anastacio el Pollo, la gauchesca también fue utilizada para burlarse de la cultura importada y de los excesos snob. En esta obra, Anastacio el Pollo, un gaucho, va al Teatro Colón, donde ve la ópera «Fausto» de Gounod, y luego relata su experiencia en su pueblo con sus palabras criollas. La sutil burla de la cursilería de la ópera francesa realizada por Anastacio el Pollo es mucho más ingeniosa que la simple trasposición de la obra de Goethe a la lírica, como se hizo en otras adaptaciones.

Cuando la vanguardia argentina recibió el ultraísmo español, importado por Borges en 1921, lo mezcló con dos características locales que le dieron una fisonomía única: el criollismo y la parodia. El criollismo, aunque no derivado directamente de la gauchesca, refleja el lenguaje local y es esencialmente urbano. Por otro lado, la parodia, aunque se nutrió de diversas fuentes, guarda una relación clara con la vertiente gauchesca mencionada anteriormente. En el apogeo de las contra-antologías de Soto y Calvo, la revista Martín Fierro, en su número 43 de julio de 1927, le responde con la misma estrategia, pagándole con su propia medicina mediante la parodia.

Estos ejemplos muestran cómo Soto y Calvo, la vanguardia y la gauchesca comparten un uso creativo de la parodia como un medio para expresar críticas, burlas y reinterpretaciones de la cultura y la literatura de su época. A través de la parodia, se establece un diálogo ingenioso y provocador entre diferentes corrientes literarias y estéticas, cada una con su estilo y objetivos particulares.

En su obra «Exposición de zanahorias», Francisco retoma la misma «metodología» que utilizó en «Los poetas Maullantinos», es decir, responder uno por uno y en el mismo orden a los poetas seleccionados por Vignale y Tiempo en su antología. Sin embargo, en esta ocasión, incluye algunos poemas introductorios adicionales. De los siete poemas introductorios, uno está dedicado a la obra «La exposición», otro a los antólogos, Pedro Juan Vignale y César Tiempo, y un tercero a los prologuistas, que fueron tres figuras destacadas de generaciones anteriores: Lugones, considerado un ejemplo a combatir por los nuevos poetas vanguardistas; Evar Méndez, un importante organizador, financista y director de revistas literarias, especialmente la emblemática Martín Fierro; y Ricardo Güiraldes, uno de los admirados predecesores de los vanguardistas.

El hecho de que utilice la mitad de «Indice…» para continuar sus argumentos de «Los poetas Maullantinos…» y no para atacar a los jóvenes vanguardistas americanos antologados por Hidalgo sugiere que su motivación, al menos inicialmente, fue utilizar la nueva oportunidad para volver a criticar a sus contemporáneos. Lo mismo hace en «Los prologuistas», incluido en «Exposición de zanahorias». Además, Soto y Calvo también muestra cierta culpa hacia su contemporáneo Noé, a quien parodió anteriormente, y años después se disculpa implícitamente en una carta sin fecha, mencionando una «broma lírica» que no quiere nombrar y que ha pasado suficiente tiempo como para que el efecto de la misma se haya disipado.

Estos elementos demuestran que Soto y Calvo tenía una postura crítica y provocadora hacia la literatura y los poetas de su época, y utilizaba la parodia como un medio para expresar su descontento y burlarse de sus contemporáneos, incluidos los vanguardistas y los prologuistas de las antologías literarias.

En las siguientes contra-antologías de Soto y Calvo, no se encuentran alusiones específicas a la estética vanguardista ni reivindicaciones de la gauchesca. De hecho, en su producción posterior, especialmente en obras como «Zanni», ilustrada por su esposa, se percibe que, al igual que otros terratenientes de su época, se sentía atraído por aspectos del progreso tecnológico, como la aviación.

Aunque abordaba estos temas aparentemente en tono de broma, seguía afectado por ser ignorado o pasado por alto, sintiendo que no se le reconocían los méritos que él creía tener. Esto lo llevó a escribir una carta a Victoria Ocampo, recordándole sus traducciones de las obras de Rabindranath Tagore, en el momento en que el escritor indio llegaba a Buenos Aires, con la evidente intención de ser invitado a la casa de la directora de la revista Sur.

Estas acciones y actitudes muestran que Soto y Calvo tenía un deseo de ser reconocido y valorado en el ámbito literario y cultural de su época, y que no dudaba en recurrir a diferentes estrategias, incluso de forma jocosa o irónica, para destacar su obra y sus logros.

Es posible que esa sensación de ser ignorado se haya intensificado a medida que su situación económica le impedía costear las ediciones de sus obras. Como lo dejó plasmado en el Punto Final de «En la Ushuaia», Soto y Calvo era consciente de que cada vez le resultaba más difícil encontrar alguien dispuesto a apoyarlo en sus proyectos literarios.

A pesar de este distanciamiento, incluso físico después de que el matrimonio se mudara a El Paraíso, Francisco Soto y Calvo fue nombrado miembro de número (número 11, José María Gutiérrez) de la recién creada (1930) Academia Argentina de Letras. En ese momento, la academia estaba integrada por una significativa proporción de escritores de la derecha nacionalista, como Carlos Ibarguren, Martínez Zuviría y Gustavo J. Franceschi. Sin embargo, este honor fue efímero, ya que solo lo disfrutó durante unos meses antes de su fallecimiento.

El entierro de Francisco Soto y Calvo fue notable ya que contó con la intervención de un joven escritor vanguardista, Ricardo Molinari, con quien al parecer Soto y Calvo había desarrollado una fuerte relación intelectual en sus últimos años. Este lazo se evidencia en los dos textos que le dedicó: uno sobre el poemario «Panegírico,» publicado por Molinari en 1930, y una conferencia titulada «Exámen de conciencia literaria para la Exaudición del versolibrismo.»

A pesar de que el nacionalismo de derecha predominante entre muchos miembros de la Academia Argentina de Letras y el vanguardismo juvenil de Ricardo Molinari parezcan aparentemente distantes, ambos comparten un ferviente y militante catolicismo que Soto y Calvo también adoptó en torno a 1930. En este aspecto, parece que Soto y Calvo encontró un punto de convergencia y afinidad con Molinari, demostrando que la religión y la fe eran temas en los que no tenía problemas ni discordias con nadie.

Entre sus principales obras se encuentran:

El primer beso, 1882
Tu en mí, 1886
Cuentos de mi padre, 1897
Poesías 1880-1894, 1901
Croquis de Italia, 1896
Aires de Montaña, 1896
Nastasio, 1899
El genio de la raza, 1900
Nostalgia, 1904
El jurado de las sombras, 1902
El Demiurgo, 1908
Salón de Arte Francés, 1908
El Arte Francés en Buenos Aires, 1909
Traducciones líricas, 1909
El docteur Roque Sáenz Peña, 1910
El doctor Roque Sáenz Peña, 1910
El alma al sol, 1913
Antología de Poetas Líricos Brasileños
Cuentos Brasileños, 1924
Celistias de Byron, 1924
Joyario de Camoens, 1924
Zanni, 1924
Alessandri, 1925
Rosario, 1925
Los poetas Maullantinos en el Arca de Noé, 1926
Iguazú, 1926
Joyario de Poe, 1926
Indice y fe de ratas de la Nueva Poesía Americana, 1927
El Resplandor de Jesús, 1928
Bajo el cielo de Grecia, 1928
Exposición de … La actual Poesía Argentina, 1928
Kenacort y Valium 10, 1970
Ave Soul, 1973
Palomino, 1983
Tromba de agosto, 1992
Primera muchacha, 1997
En el hocico de la niebla, 2007
Necesito ser mundo, 2020

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