Urruchúa, Demetrio

Demetrio Urruchúa fue un destacado pintor y grabador argentino, de proyección internacional, ampliamente reconocido por su labor en frescos y murales de gran valor artístico.
Nació el 19 de abril de 1902 en Pehuajó, provincia de Buenos Aires, Argentina. Desde temprana edad manifestó una clara inclinación por las artes visuales, formación que desarrolló de manera autodidacta. Movido por ese anhelo, se trasladó a la ciudad de Buenos Aires, capital del país, en busca de nuevas oportunidades para desarrollar su vocación.
Junto a su pasión por la pintura, Urruchúa cultivó una faceta igualmente relevante: la de mentor. En su célebre taller de la calle Carlos Calvo 1770 formó a numerosos discípulos, guiando con generosidad a jóvenes artistas que luego se destacarían como pintores, grabadores y dibujantes, muchos de los cuales obtendrían prestigiosos reconocimientos tanto a nivel nacional como internacional.
Ese espacio creativo se convirtió en punto de encuentro para destacadas figuras del ámbito cultural. Entre quienes frecuentaban su taller se encontraban personalidades como Ernesto Sabato, el poeta Luis Franco, su entrañable amigo Leónidas Barletta, y el escritor León Felipe, entre otros. Urruchúa fue un verdadero maestro, contrario al academicismo en la enseñanza artística. Solía afirmar: “…que no se puede enseñar a sentir”. Creía firmemente en la libertad del creador, una convicción que dejó plasmada en Memorias de un pintor, donde expresó: “…el arte es libertad y amor, ya que debe prevalecer el instinto. Pienso que únicamente el artista es el ser privilegiado que posee la virtud o el poder de hacernos vivir un hecho desconocido imponiéndole su sello para que viva eternamente.”
Fue un artista comprometido con su tiempo. En su prolífica producción plasmó con intensidad su temperamento y convicciones, a través de un lenguaje directo, valiente, desprovisto de temores. Esta fuerza expresiva contrastaba con la humildad que siempre lo caracterizó.
Quienes tuvieron la oportunidad de escucharlo, incluso solo una vez, recuerdan la integridad y coherencia entre su conducta personal y su obra pictórica.
Junto a grandes exponentes del arte argentino como Spilimbergo, Castagnino, Berni y Colmeiro, fue cofundador del Taller del Arte Mural, un colectivo fundamental en la historia de la plástica nacional.
Su primera exposición tuvo lugar en Amigos del Arte en 1931. A partir de entonces, sus obras fueron presentadas en prácticamente todas las galerías de Buenos Aires y en diversas provincias. En 1944 representó a América Latina en el Salón Cien Años de Pintura Universal, celebrado en Boston, Estados Unidos. Sus trabajos forman parte de las colecciones del Museo de Arte Moderno de Nueva York, la Galería Due Mondi de Arte Internacional en Roma, el Museo Municipal de Montevideo, y numerosas colecciones privadas.
Urruchúa también colaboró generosamente con múltiples entidades de bien público, como hospitales, bibliotecas y museos, sin buscar reconocimiento a cambio.
Se destacó especialmente como muralista. Una de sus obras más célebres es la Galería Pacífico, considerada una joya artística no solo de Argentina sino de América Latina, según destacados críticos de arte. Otros murales suyos pueden apreciarse en la Galería San José de Flores, la Sociedad Hebraica Argentina y la ex Universidad de Mujeres de Montevideo.
El reconocido pintor Antonio Berni, al reflexionar sobre el realismo en el arte, escribió sobre Urruchúa:
“…Cuando un intelectual milita en una causa se sabrá si la defiende bien, si la muestra bien en su propia obra de trabajador de la cultura… URRUCHUA es de los que están con la causa de la paz y la DEMOCRACIA, sus ideas viven en sus cuadros, su pensamiento milita en cada una de sus pinceladas. A URRUCHUA nadie lo detiene en su viejo galpón de la calle Carlos Calvo…”
Utilizó su arte como herramienta de lucha contra la injusticia, las dictaduras y los horrores de la guerra. Fue un ferviente defensor de la vida, la libertad y la democracia. Su pensamiento quedó reflejado en obras de profundo contenido social como La Guerra Civil Española, El Gheto de Varsovia, Argelia Mártir, La Divina Comedia, El Infierno del Dante y El Juicio de Burgos.
La muerte, a la que jamás temió, lo encontró un día lluvioso, el 2 de octubre de 1978, cuando contaba con 76 años.
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