Ramponi, Jorge Enrique

Ramponi, Jorge Enrique

Jorge Enrique Ramponi (1907-1977) se distinguió como un eminente poeta argentino, reconocido por su influyente obra «Piedra infinita» (1942).

Jorge Enrique Ramponi vino al mundo el 21 de agosto de 1907, siendo hijo de Ángel Ramponi, agricultor, y Herminia Morales, maestra. Su infancia transcurrió en Lunlunta, Maipú, inmerso en un entorno natural y salvaje a orillas del río Mendoza. Junto a sus hermanos Miguel Ángel, María Herminia y Eduardo, Ramponi experimentó una infancia que dejó una huella indeleble en su poesía. Más tarde, recordaría cómo su niñez estuvo impregnada de aromas vegetales: vides, durazneros, nogales; recuerdos que perdurarían en su memoria.

Inspirado por su entorno, Ramponi optó por seguir la carrera docente. A partir de 1934, desempeñó su labor como profesor en la Academia Provincial de Bellas Artes de Mendoza, institución fundada un año antes por distinguidas figuras como Vicente Lahir Estrella y Roberto Azzoni, entre otros.

En 1948 ascendió al cargo de director en dicha institución, permaneciendo vinculado a ella a lo largo de toda su vida.

Sus conexiones con el mundo artístico le llevaron a conocer a Rosa Stilerman, docente de Bellas Artes en la Universidad Nacional de Cuyo, con quien contrajo matrimonio el 23 de mayo de 1944. Aunque su unión no fue bendecida con descendencia.

Después de una existencia dedicada principalmente a las artes visuales y a la literatura, Jorge Enrique Ramponi dejó este mundo el 2 de noviembre de 1977, a la edad de 70 años.

La trayectoria literaria de Ramponi se manifestó con firmeza y reconocimiento, incluso antes de que alcanzara renombre como educador. En 1928, con tan solo 21 años, el talentoso poeta publicó su primer libro, «Preludios líricos».

En 1933, Jorge Enrique Ramponi llevó a imprenta «Colores del júbilo», una obra que vio la luz en dos versiones meticulosamente elaboradas por los talleres gráficos Litvak. Esta colección de ocho romances exhibía el impecable dominio de la rima y el ritmo por parte de Ramponi, utilizando métricas clásicas, al tiempo que dejaba entrever su singular manejo del lenguaje, impregnado de una cierta influencia modernista.

Un año antes, en 1932, Ramponi obtuvo el reconocimiento del Premio Municipal de Mendoza con su poemario «Pulso del clima», el cual circuló de manera privada hasta que fue rescatado mucho tiempo después.

En 1935, Ramponi dio a conocer anticipos de otro libro, de escasa difusión en ese momento, que tardaría una década en llegar a un público más amplio: el conjunto «Corazón terrestre-Maroma de tránsito y espuma» (1935), publicado bajo el título de «Anticipaciones» en la revista Oeste-Cuaderno N.º 1.

Finalmente, en 1942, tras circular entre amigos algunos fragmentos, se publicó lo que se considera la obra maestra del poeta: «Piedra infinita», un extenso poema en el que Ramponi entrelaza la majestuosidad de la cordillera que custodia a Mendoza con una exploración íntima del sentido existencial del ser humano. Según el crítico Luis de Paola, este libro «representó, para aquellos pocos que conocieron la edición original y fueron capaces de apreciar su grandeza, lo que Victor Hugo denominaría ‘un estremecimiento nuevo'».

«Piedra infinita» dejó una huella indeleble en la comunidad poética contemporánea, siendo su potencia comparada con la de Pablo Neruda. De hecho, según una tesis del poeta chileno Juvencio Valle, editor del autor de «Alturas de Macchu Picchu», Neruda tuvo acceso a manuscritos del libro debido a su encuentro previo con Ramponi en Mendoza años atrás. Se especula que esta influencia se reflejó en poemarios posteriores del célebre poeta chileno.

Jules Supervielle, quien tradujo la obra al francés, también fue un ferviente defensor de «Piedra infinita». Según él, «desde el mito de Sísifo, desde Prometeo, la piedra no había vuelto a adquirir, en literatura, una dimensión metafísica tan profunda».

Quizás impactado por la abrumadora recepción crítica de su libro, Ramponi se sumió en un prolongado silencio poético después de esa edición.

Este silencio sería interrumpido solo tres décadas después, con la publicación de «Los límites y el caos», un extenso y profundo poemario que encapsulaba la última etapa vital y filosófica del autor, justo en los años previos a su fallecimiento.

La obra de Ramponi recibió elogios de numerosas personalidades. Supervielle mismo declaró que Ramponi poseía «una gran poesía verdaderamente digna de nuestro continente, de su geología como de sus aspiraciones más secretas», destacando su maestría y fuerza que serían admiradas en cualquier literatura del mundo. Por su parte, el narrador Héctor Eandi expresó: «Ramponi es, él solo, una zona particular de nuestra poesía. Inútil sería querer buscarle pares o equivalentes en nuestro mundo poético. Se trata de un creador, dueño de una expresión propia, original».

Entre sus principales obras se encuentran:

Preludios líricos. La Quincena Social, 1928.
Colores del júbilo. Biblioteca Almafuerte, 1933.
Piedra infinita. D’Accurzio, 1942.
Los límites y el caos. Losada, 1972.
Antología poética. Zeta Editores, 2008 (incluye poemas inéditos o no reunidos en libros).

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