Federico Manuel Peralta Ramos nació en la ciudad costera de Mar del Plata, Argentina, el 29 de enero de 1939.
Fue un destacado artista conceptual argentino máximo exponente del neodadaísmo y la vanguardia artística de la década del ‘60. En la ciudad de Buenos Aires se erigió como una de las figuras más singulares y extravagantes del ambiente artístico, encarnando él mismo en su mayor obra de arte.

La crítica de arte María Gainza lo describió como un «Marcel Duchamp porteño que convirtió el acto artístico en su seña distintiva».

Él mismo se describía de la siguiente manera: «Pinté sin poseer el dominio de la pintura, escribí sin dominar la escritura y canté sin perfeccionar el canto. La repetición de la torpeza se convirtió en mi propio estilo».

Federico Peralta Ramos formó parte de la generación que surgió del mítico Instituto Di Tella y mantuvo amistad con destacados artistas como Roberto Mackintosh, Alberto Greco, Marta Minujín, Edgardo Giménez, Dalila Puzzovio y Jorge de la Vega, a quien dedicó su interpretación de la canción «El Gusanito».

Obtuvo el prestigioso Premio Nacional del Instituto Di Tella en el año 1965 gracias a su innovadora escultura: Un gigantesco huevo elaborado con yeso y madera, a la que tituló «Nosotros afuera».

En un momento de su vida, su padre lo ingresó en un hospital neuropsiquiátrico, donde organizó un festival de mate cocido que involucró a todos los pacientes.

Durante su exhibición en 1964 en la Galería Witcomb de Buenos Aires, al darse cuenta de que sus obras no pasaban por la puerta, no dudó en solicitar un serrucho y las dividió en dos partes.

En la Galería de Álvaro Castagnino sorprendió al público con la exposición de un buzón.

Frecuentaba los lugares emblemáticos de la vanguardia porteña de la época, como la “Galería del Este”, el bar “Florida Garden” y “La Biela”.

En el año 1968 fue galardonado con la Beca Guggenheim, la cual destinó mayormente en la realización de un banquete para sus amigos en el Hotel Alvear -aunque algunos afirman que fue en el Hotel Plaza de Buenos Aires-, al que bautizó como «La última cena».

Cuando la institución se enteró, solicitó la devolución del monto. En respuesta, el artista escribió una carta al director de la organización en la que detallaba sus gastos y argumentaba: «Ustedes me otorgaron ese dinero para que creara una obra de arte, y mi obra de arte fue precisamente esa cena. Leonardo pintó ‘La Última Cena’, yo la organicé». Esta carta se encuentra expuesta en la sede de la Fundación Guggenheim en Nueva York.

Asimismo, Peralta Ramos fundó la religión Gánica, cuyos principios incluían la idea de hacer siempre lo que uno deseaba, creer en un gran desorden universal, no ejercer el mando ni venerar nada, regalar dinero y dejar a Dios en paz.

En el año 1970, Federico Peralta Ramos entró en el mundo de la música con la grabación de un disco, publicado por el sello Columbia, del cual se produjeron 1333 copias que se comercializaron en farmacias y tiendas de discos. El álbum incluía canciones emblemáticas como «Soy un pedazo de atmósfera» y «Tengo un algo adentro que se llama coso».

Hacia los últimos años de su vida, en el año 1992, Peralta Ramos participó en un espectáculo en el “Café Mozart” de Buenos Aires junto a Laura Rivero y Alberto Favero. Trágicamente, sufrió un infarto fulminante durante una de sus actuaciones.

Las expresiones y frases peculiares del «Gordo» Peralta Ramos se convirtieron en una especie de tesoro cultural, coleccionadas y recopiladas por admiradores y seguidores.

En el año 2003, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires rindió homenaje a su obra con una retrospectiva que celebraba su legado artístico.