Fernández Moreno, Baldomero
Baldomero Eugenio Otto Fernández Moreno nació el 15 de noviembre de 1886 en el Barrio de Montserrat, de la Ciudad de Buenos Aires.
En el año 1892, emprendió un viaje junto a su familia con destino a Bárcena de Cícero. Más adelante, en 1897, su padre retornó a Buenos Aires, y durante los años 1898 y 1899, el joven artista tuvo la oportunidad de residir en Madrid, en la residencia de unos familiares.
Más tarde, emprendió el viaje de Barcelona a Buenos Aires a bordo del Cataluña, finalmente reuniéndose en Montevideo con su padre y su tío, el eminente médico cirujano Avelino Gutiérrez. Este último ostentaba el título de Profesor Titular de Anatomía en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y desempeñaba el cargo de Director en el Hospital Español de Buenos Aires.
Tras completar los primeros dos años de su educación secundaria en el Liceo Ibérico Platense, en el año 1902 se trasladó al Colegio Nacional de Buenos Aires (temporalmente designado como Colegio Nacional Central). Fue en esta institución donde completaría su formación y posteriormente le rendiría un tributo a través de su obra «Elegía al Colegio Nacional Central». Durante esos años, comenzó a plasmar sus primeros poemas. Inspirado por la influencia de Avelino Gutiérrez y el médico español José María Carrera, en 1904, a los 17 años de edad, se matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
En 1906, llevó a cabo prácticas en el ámbito de la Asistencia Pública en la ciudad de La Plata, y durante el período comprendido entre 1910 y 1914, realizó su labor en el Hospital Español. Durante ese lapso, compartió algunos de sus versos en las páginas de El Diario Español. En 1912, alcanzó su título de doctor con su tesis titulada «Tratamiento de las Fístulas y Artritis Tuberculosas por la Pasta de Sub-Nitrato de Bismuto», con la valiosa tutela del doctor Ángel Gutiérrez, quien ocupaba el cargo de Jefe en el Servicio de Ginecología y Cirugía General de Mujeres del Hospital Español. Dedicó esta tesis a su familia, al Director del Hospital Español, José Badía, y a Avelino Gutiérrez.
Durante ese mismo año, estableció su residencia en la encantadora ciudad de Chascomús, donde desplegó su práctica médica. En octubre, la ciudad tuvo el honor de recibir la visita del destacado poeta Belisario Roldán, quien, al quedar impresionado por su talento, lo recomendó al médico Fernando Álvarez, hermano de José Sixto Álvarez (conocido como Fray Mocho) y director de la influyente revista Caras y Caretas. Sin embargo, las poesías que Baldomero envió no llegaron a ser publicadas. Dos años más tarde, tomó la decisión de trasladarse a Catriló, una localidad ubicada en la provincia de La Pampa.
Tras unos meses, optó por regresar a Buenos Aires, donde continuó entregado tanto a la pluma como a su labor médica en el encantador barrio de Floresta. El año 1915 se convirtió en un hito significativo cuando, con el apoyo inestimable de su amigo Nicanor Newton, dio a luz su ópera prima literaria, «Las iniciales del misal», un tributo sentidamente dedicado a la figura de Rubén Darío. Un año más tarde, emergieron de su pluma las obras «Intermedio provinciano» y «Ciudad». En el año 1917, experimentó una breve temporada en Huanguelén, localidad ubicada en la provincia de Buenos Aires.
Fue en enero de 1919 cuando contrajo matrimonio con Dalmira del Carmen López de Osornio, cariñosamente apodada como Negrita, una oriunda de Chascomús. El 26 de noviembre de ese mismo año, recibieron con alegría el nacimiento de su primogénito, César, quien se convertiría en la fuente de inspiración para su notable libro «El hijo». En 1920, retornó a Buenos Aires y se sumergió en el quehacer del Servicio de Dermatología del Hospital Español, bajo la dirección del doctor Pedro Baliña. Sin embargo, en 1924, a los 38 años de edad y después de dos décadas en el campo de la medicina, tomó la trascendental decisión de dejar atrás su práctica médica para abrazar con fervor la poesía como su nueva pasión. En 1926, nació su hija Dalmira, quien lamentablemente fallecería al año de vida.
En el memorable noviembre de 1928, Baldomero Otto Fernández Moreno se sumó como un miembro vital a la primera Comisión Directiva de la influyente Sociedad Argentina de Escritores. Su dedicación a la escritura siguió su curso, paralelamente al ejercicio de la docencia en el Colegio Nacional Mariano Moreno, donde compartía su pasión por la literatura, y en la Escuela Nacional de Comercio N° 4, donde impartía sabiduría histórica. En 1936, dio a la luz su libro «Romance a mis chapas de médico».
Lamentablemente, en 1937, la vida le arrebató a su tercer hijo, Ariel, a la temprana edad de 10 años, a causa de la difteria. Esta trágica pérdida sumió a Baldomero en una abrumadora tristeza que se plasmó en su obra «Penumbra», publicada en el mismo año. A pesar de las dificultades, su indomable espíritu creativo no cedió ante el dolor, y en 1938, su esfuerzo fue recompensado con el prestigioso Premio Nacional de Poesía por su conjunto «Dos poemas, Romances y Seguidillas».
El rumbo de su vida continuó, y dos nuevos hijos, Manrique y Clara, se sumaron a su familia. Luego, el 30 de mayo de 1945, nació su primera nieta, Marcela, el fruto más preciado de su hijo César, quien se convertiría en la inspiración detrás del «Libro de Marcela» (1946). Sin embargo, a pesar de estos momentos luminosos, la sombra de la depresión no lo abandonó. Entre los años 1942 y 1946, buscó refugio en una clínica psiquiátrica en el barrio de Floresta, donde permaneció internado durante un tiempo. A pesar de los esfuerzos, su situación emocional empeoró.
El año 1949 marcó un punto crucial en su vida cuando enfrentó su primer accidente cerebrovascular. Sin embargo, el destino le depararía un desenlace ineludible. El fatídico 7 de junio de 1950, sufrió un segundo y definitivo ACV que lo arrebató de este mundo, en su hogar sito en la calle Francisco Bilbao 2384, en el corazón del barrio de Flores en la ciudad de Buenos Aires. Su legado encuentra su morada final en el cementerio de la entrañable ciudad de Chascomús.
En un tributo sincero a su memoria, diversas muestras de respeto y admiración se materializaron. Una calle en Buenos Aires lleva su nombre, ubicada a escasa distancia de su última morada. Asimismo, una de las estaciones del ferrocarril Urquiza y la Escuela de Comercio n.° 4, donde ejerció como profesor de literatura, fueron bautizadas en su honor. Además, la escuela primaria n.° 39 en la localidad bonaerense de Moreno y la escuela primaria n.° 32 en la ciudad de Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, también llevan su nombre, perpetuando su influencia en la educación y en la cultura.
Su poesía se revelaba en versos que destilaban cuidado y sencillez, reflejando una devoción por las palabras y una lírica eternamente impregnada de emoción.
Para él, la distinción entre lo poético y lo no poético carecía de relevancia. Sostenía que, si uno abrazaba la poesía, cualquier escenario podía transformarse en un rincón poético. Veía la potencialidad lírica tanto en una simple hierba como en un sendero en la urbe o en el campo, en un molino o incluso en las entrañas del cuerpo humano.
Jorge Luis Borges y Ezequiel Martínez Estrada se sumergieron en su mirada poética para aprehender tanto la realidad citadina como la rural, mientras Mario Benedetti, quien residió en Buenos Aires entre 1938 y 1941, lo consideró su maestro, aun sin haberlo conocido personalmente. La obra de Baldomero resultó ser un faro en la búsqueda poética de Benedetti, quien elogió la claridad y sencillez que caracterizaban su escritura.
Leopoldo Lugones, por su parte, también se contó entre los admiradores de su obra, reconocimiento que derivó de la amplitud de temas que Baldomero abordó con maestría.
Premios y distinciones
– Premio Nacional de Poesía (1938)
– Gran Premio de Honor de la SADE (1949)
– Fue académico de número de la Academia Argentina de Letras, donde ocupó el sillón n.º 12: «Ricardo Gutiérrez»
Entre sus principales obras se encuentran:
Las iniciales del misal, 1915
Intermedio provinciano, 1916
Ciudad, 1917
Por el amor y por ella, 1918
Campo argentino, 1919
Versos de Negrita, 1920
Nuevos poemas: Ciudad; Intermedio provinciano; Campo argentino, 1921
Canto de amor, de luz y de agua, 1922
Mil novecientos veintidós, 1922
El hogar en el campo, 1923
Aldea española, 1925
El hijo, 1926
Décimas, 1928
Último cofre de Negrita, 1929
Sonetos, 1929
Cuadernillos de verano, 1931
Dos poemas, 1935
Seguidillas, 1936
Romances a mis chapas de médico, 1936
Penumbra, 1937
Continuación, 1938
Yo, médico; yo, catedrático, 1941
Buenos Aires: ciudad, pueblo, campo, 1941
Tres poemas de amor, 1941
Sonetos cristianos, 1942
San José de Flores, 1943
Libro de Marcela, 1946
La mariposa y la viga, 1947
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