Ricardo Peña Barrenechea fue un reconocido poeta y dramaturgo peruano, cuya producción se inscribe dentro del movimiento vanguardista y forma parte del grupo literario conocido como la Generación del 30 (Perú). Compartió este camino artístico con figuras emblemáticas como su hermano Enrique Peña Barrenechea, Martín Adán, Emilio Adolfo Westphalen, César Moro y Carlos Oquendo de Amat.

Nació en Lima en 1896, en el seno de una familia que favoreció las inquietudes intelectuales: fue hijo de Estanislao S. Peña y Fidelia Barrenechea, y hermano del también notable poeta Enrique Peña Barrenechea.

Cursó sus estudios escolares en el Colegio de la Inmaculada, dirigido por la orden jesuita. Sin embargo, sería durante su formación con los padres agustinos cuando florecieron en él la pasión por la música y el dibujo. Más tarde ingresó a la Universidad Mayor de San Marcos, donde estudió Derecho. Obtuvo el grado de bachiller en 1924 y se tituló como abogado ese mismo año, momento en que también vio la luz su primer libro de poemas, Floración.

Desarrolló su actividad profesional entre el ámbito jurídico y la enseñanza, ejerciendo como docente de literatura en diversas instituciones privadas. Asimismo, trabajó como redactor del diario de debates del Senado, lo que le permitió mantener un vínculo con la vida pública y política.

Abandonó paulatinamente la abogacía al ser designado secretario de la Corte Superior de Lima. En 1933 fue enviado a Río de Janeiro como parte de la delegación diplomática que tuvo a su cargo las negociaciones para resolver el conflicto entre Perú y Colombia, originado por el incidente de Leticia. Este proceso tuvo lugar durante el mandato del general Óscar R. Benavides.

En el ámbito teatral, destaca su obra Bandolero niño, una “comedia dramática en cuatro jornadas” que rinde homenaje al célebre forajido Luis Pardo. Este texto fue publicado en la revista 3 (N.º 2, pp. 1849; Lima, agosto de 1939). Se tiene conocimiento, además, de otras piezas dramáticas de su autoría que permanecen inéditas.

A lo largo de su vida, Ricardo Peña Barrenechea publicó una cantidad limitada de poemarios, todos de extensión breve. El crítico literario Ricardo González Vigil ha dado cuenta de cinco libros inéditos:

Gracia y diseño de la horas (1923-1925)
Camino de sol (1924-1926)
La torre del mar y la higuerita (1924-1925)
Canción en prosa para los Reyes (1928)
Gozo y pérdida del cielo (1927-1929)

Uno de los momentos más significativos de su producción poética se encuentra en Eclipse de una tarde gongorina y burla de don Luis de Góngora (Lima, 1932), considerada su obra más compleja y representativa, de marcada orientación surrealista.

En 2005, su legado lírico fue finalmente reunido en Obra Poética Completa, publicada en dos tomos con edición, prólogo y notas de Ricardo Silva-Santisteban, dentro de la Colección El Manantial Oculto de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Tras su regreso al Perú en 1934, retomó brevemente su labor como abogado. Además, incursionó en el campo de la pintura, llegando a participar en una muestra artística en Valparaíso, Chile, hacia fines de 1935. Poco tiempo después, fue nombrado juez en la ciudad de Chachapoyas, donde contrajo una grave neumonía. Debido a su estado de salud, regresó a Lima para buscar tratamiento médico, pero falleció el 29 de julio de 1939, con tan solo 43 años.

La obra de Ricardo Peña Barrenechea, aunque discreta en volumen y dispersa en publicaciones, constituye una pieza clave dentro del panorama de la poesía de vanguardia en el Perú, y su recuperación crítica ha permitido revalorizar una voz singular en la historia literaria del siglo XX.

Entre sus principales obras se encuentran:

Floración, 1924
Eclipse de una tarde gongorina y burla de don Luis de Góngora, 1932
Discurso de los amantes que vuelven, 1934
Romancero de las sierras, 1938
Cántico lineal (póstumo), 1943