Héctor Libertella fue un escritor argentino cuya obra marcó profundamente la literatura contemporánea.

Nació el 24 de agosto de 1945 en Bahía Blanca, en la provincia de Buenos Aires, y desde muy joven manifestó una inclinación decidida por la escritura. Ya en su adolescencia había redactado alguna novela y había leído de forma exhaustiva la obra de Jorge Luis Borges, influencia clave en su formación. Se cuenta, además, que fue un ferviente apasionado del cine: hacia finales de la década de 1950, habría pasado cada tarde durante un año entero asistiendo a funciones cinematográficas en su ciudad natal.[cita requerida]

En 1965, obtuvo el primer premio en el Premio Primera Plana de Novela Argentina con una obra que hasta hoy permanece inédita. Tres años después, El Camino de los Hiperbóreos fue galardonada con el Premio Paidós de Novela (1968), hecho que le permitió concluir el servicio militar obligatorio y emprender un viaje a los Estados Unidos, país en el que recorrió las rutas frecuentadas por los escritores beatniks que tanto admiraba.

A lo largo de su trayectoria, Libertella desarrolló múltiples facetas vinculadas al quehacer literario. Como autor, dio a conocer relatos, novelas y ensayos que dejaron una huella significativa en el pensamiento crítico. En el campo editorial, ocupó cargos relevantes: fue director literario de Monte Ávila Editores en Venezuela, coordinador y editor en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y gerente general del Fondo de Cultura Económica en la Argentina. En su labor académica, enseñó en universidades de prestigio como las de Nueva York, México y Buenos Aires; y como investigador, trabajó en el área de Filología del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina).

Con el paso del tiempo, Libertella se consolidó como una figura de culto en el ámbito literario. Su producción fue ampliamente valorada por críticos tanto nacionales como internacionales. En 1993, Nicolás Rosa lo identificó, junto con Ricardo Piglia, como uno de los iniciadores de la llamada “ficción crítica” en la literatura argentina. En 2004, Damián Tabarovsky lo ubicó, junto a Fogwill y César Aira, dentro del canon literario contemporáneo. Por su parte, Julio Ortega (2010) lo situó en un “subcanon”, en un nivel inmediatamente posterior al integrado por Borges y Cortázar. Ensayistas como Raúl Antelo, Marcelo Damiani y Alan Pauls, entre otros, han dedicado estudios fundamentales sobre su obra, especialmente reunidos en El Efecto Libertella (2010).

Su hijo, el también escritor Mauro Libertella, le dedicó un emotivo retrato titulado Mi libro enterrado, en el que reconstruye la figura de su padre desde una perspectiva íntima y personal.

Poco después de su fallecimiento, comenzó a publicarse su último trabajo, La arquitectura del fantasma, libro que narra su propia historia y que, según sus hijos, representa “la anticipación de su muerte”.

Entre sus principales obras se encuentran:

El camino de los hiperbóreos, 1968
Aventuras de los miticistas, 1971
Personas en pose de combate, 1975
Nueva escritura en Latinoamérica, 1977
¡Cavernícolas!, relatos, 1985
El paseo internacional del perverso, 1990
Ensayos o pruebas sobre una red hermética, 1990
Pathografeia. Los juegos desviados de la literatura, conversaciones, 1991
Las sagradas escrituras, 1993
Memorias de un semidiós, 1998
El árbol de Saussure, 2000
Literal 1973-1977, 2002
La Librería Argentina, 2003
Zettel, narraciones, crítica, pensamientos, 2009
La leyenda de Jorge Bonino, 2010